Combatir la migraña, un trabajo de equipo

La migraña es una enfermedad muy incapacitante que afecta al 12% de la población, sobre todo a mujeres de 20 a 50 años. Hay que diagnosticarla y tratarla particularmente ya que la automedicación o no seguir un tratamiento adecuado, puede incrementar el problema y añadir otros de nuevos.

La migraña es una cefalea frecuente, episódica y recurrente que constituye el motivo más elevado de consulta neurológica. Afecta al 12% de la población general, principalmente a mujeres de 20 a 50 años, y conlleva una gran repercusión sobre su calidad de vida. Se trata de una enfermedad con buen pronóstico vital; pero inductora de una grave discapacidad durante los ataques, si no se diagnostica y se trata de la forma adecuada. Actualmente, existen tratamientos con los que se puede mejorar notablemente el control de la enfermedad y la calidad de vida de las personas que la padecen. Así pues, ante episodios continuados de dolor de cabeza, debemos acudir al especialista para que podamos saber si se trata de migraña.

La identificación de las causas desencadenantes de las crisis de migraña, puede ser útil en su manejo. Aunque la mayoría de estos factores pueden ser difíciles de modificar -como los atmosféricos, los hormonales, el estrés o el estilo de vida-, identificar aquellos que sí son susceptibles de cambio -como el ayuno prolongado, las modificaciones del ritmo del sueño o el exceso de alcohol-, puede facilitar evitar algunos ataques.

A grandes pinceladas podemos decir que son válidas las recomendaciones generales de mantener hábitos de vida regulares, una actividad física moderada y evitar el ayuno, así como la ingesta de algunos alimentos (chocolate, queso, los ricos en nitritos, etc.), o de sustancias que algunos pueden contener en forma de aditivos (glutamato, aspartamo, etc.), los cuales la misma persona ya ha detectado que le provocan el dolor de cabeza.

El tratamiento de las crisis de migraña, utilizado para controlar sus síntomas, debemos considerarlo como obligatorio ya que, como hemos dicho, la mayoría de migrañosos sufren algún grado de discapacidad durante la crisis. Éste debe ser individualizado, ajustado a las características de cada paciente (preferencias, contraindicaciones y enfermedades asociadas) y de cada una de sus crisis (rapidez de instauración, intensidad, duración, presencia de náuseas severas o vómitos). Es recomendable que el tratamiento sea estratificado, y según la severidad de los ataques del paciente, ya que es variable. También se puede obtener cierto alivio sintomático con presión y frío local, en un ambiente de silencio y oscuridad, pero sólo como medidas adicionales al tratamiento farmacológico. En algunos casos, especialmente en niños, puede ser útil dormir.

Es muy importante diagnosticar los casos de migraña adecuadamente, porque automedicarse o seguir un tratamiento inadecuado puede llevar a agrandar más el problema. Además, el abuso de medicamentos para estos dolores, como analgésicos y antiinflamatorios, puede favorecer la larga cronificación del dolor, así como la aparición de problemas renales, gastrointestinales y hepáticos.

Ante un caso de migraña que se quiere controlar, las decisiones terapéuticas deben ser compartidas. Esto quiere decir que es clave que el paciente conozca las ventajas y los inconvenientes de las diferentes alternativas de tratamiento y que se implique en los aspectos más a su alcance que son necesarios para contribuir a su mejora.

Dra. Júlia Miró Lladó Especialista en Neurología