Cardiología
Esa traidora hipertensión arterial (I). Detectar a tiempo al enemigo, es ganar la partida
Dr. Fernando Worner Diz Y Hipertensión arterial
La hipertensión arterial corroe lentamente las paredes de nuestras arterias. No da ningún síntoma hasta que ya les ha producido un daño muy considerable. El hecho que pueda pasar inadvertida durante años, junto con la elevada proporción de personas de nuestro entorno afectadas, hace que la HTA se contemple como algo “casi normal” o poco preocupante. Nada más lejos de la realidad! Los riesgos que entraña pueden ser graves e irreversibles.
La hipertensión arterial (HTA), igual que la diabetes, la hipercolesterolemia y el tabaquismo, corroe lentamente las paredes de las arterias del cuerpo. Principalmente, las que llevan la sangre al cerebro, a los riñones y al músculo del corazón. La HTA no da ningún síntoma hasta que ha hecho ya un daño muy considerable en esas arterias, complicando el aporte de sangre a los órganos más importantes; y que, clínicamente, se manifiesta por la aparición de angina de pecho o infarto de miocardio, ictus o hemorragia cerebral, insuficiencia renal, etc. Además del daño arterial, sobre el corazón ejerce otro efecto dañino específico muy importante: al obligar al músculo cardiaco a generar más presión en cada latido, aumenta su trabajo provocando su hipertrofia (mayor grosor de lo normal) y un mayor consumo de energía que, a la larga, conduce a la miocardiopatía hipertensiva (enfermedad del músculo cardiaco que dificulta la relajación del corazón y, en fases más avanzadas, la relajación y la fuerza de contracción). Esta miocardiopatía hipertensiva es el abono de otras enfermedades cardiacas, como determinadas arritmias y la insuficiencia cardiaca. De hecho, en el mundo occidental, la HTA es la causa más frecuente de insuficiencia cardiaca.
La HTA es completamente “silenciosa” desde el punto de vista de los síntomas. No da ninguno por si misma. Seguramente no es una suerte que esto sea así. Si los diera, quien los padeciera sería muchísimo más consciente del riesgo que entraña a largo plazo esta enfermedad. El hecho de pasar inadvertida durante años, junto con la gran prevalencia de la enfermedad, -que en determinados tramos de edad puede afectar hasta al 50% de la población de nuestro medio-, hace que la HTA se contemple como algo “casi normal” o poco preocupante.
Al hacer una historia clínica y preguntar a un paciente por las enfermedades que padece, nunca se olvida de referir que ha sido operado de apendicitis o de que tuvo una neumonía hace años. Pero, frecuentemente olvida decir -a iniciativa propia- que es hipertenso hasta que se le pregunta explícitamente. Más aún, suele decir: -Ah bueno, tenía la presión alta pero ya me tomo una pastilla…; o, peor aún: -Sí, muchas veces me la voy mirando y está alta, pero poco… Pocos pacientes, y no todos los médicos, toman verdadera conciencia de lo que implica la HTA a largo plazo. Ello explica que un importante número de hipertensos desconocen serlo y, entre los reconocidos, no más de la mitad -siendo generosos- mantienen las cifras tensionales adecuadas.
El primer problema empieza con el diagnóstico. La presión arterial, como la frecuencia cardiaca y muchísimos otros parámetros biológicos, tiene unos márgenes muy grandes de variabilidad en un mismo individuo dependiendo del momento en que se tome. Por tanto ¿cuándo y a quién vamos a considerar hipertenso? Hay enfermedades mucho menos frecuentes, con criterios diagnósticos mucho más claros. Es bien cierto que personas no hipertensas pueden presentar cifras elevadas sólo en la consulta médica (“hipertensión de bata blanca”, atribuida a la ansiedad que la visita provoca), pero no es menos cierto, que esa es la “excusa” para dejar de considerar hipertensos a muchos pacientes que realmente lo son. Reflexionemos: si alguien está hipertenso sólo por el hecho de ir al médico ¿no puede ser que esté hipertenso durante muchas horas al día, coincidiendo con la jornada laboral, discusiones domésticas, etc, que seguramente producen más estrés y ansiedad que la visita médica?
En la práctica clínica, al hacer un ecocardiograma por diversos motivos, es muy frecuente encontrar pacientes con hipertrofia cardiaca y otras manifestaciones de cardiopatía hipertensiva que desconocen ser hipertensos o incluso aseguran que sus presiones siempre son correctas (cuando se la toman en su casa en condiciones ideales). Indefectiblemente, en estos casos, un registro Ambulatorio de la Presión Arterial (MAPA) durante veinticuatro horas mientras el paciente realiza su actividad rutinaria, muestra que la inmensa mayoría de estos pacientes presentan cifras elevadas de presión arterial durante un largo periodo de tiempo durante el día, la noche, o en ambos momentos.
Es fundamental concienciarse de la importancia de detectar a todo paciente hipertenso. Si se diagnostica precozmente y se instaura un tratamiento adecuado, la evolución natural de la enfermedad puede ser muy favorable, posiblemente similar al del que no la padezca. Es más, puestos a pensar en positivo, hasta puede ser una oportunidad de mejorar la calidad de vida, puesto que en el paciente bien concienciado es un excelente estímulo para: alcanzar ese peso adecuado que de otra forma nos parece imposible, hacer ese ejercicio físico para el que nunca encontramos tiempo, o para estudiar la calidad de nuestro sueño en caso de sospechar una apnea del sueño subyacente.
Hasta aquí he tratado de transmitir los peligros de padecer HTA: esa traidora y silenciosa enemiga, que requiere ser detectada correctamente y cuanto antes, lo cual no es siempre fácil. En el próximo artículo comentaré las bases del tratamiento de la HTA y la importancia de comprobar periódicamente a lo largo del tiempo que ese tratamiento está siendo de la máxima eficacia.
Dr. Fernando Worner Diz
Especialista en Cardiología